La instancia de
aprendizaje más valiosa que me viene a la mente se desarrolló durante un examen
final en la facultad.
Tras reprobar en el turno
anterior la materia Probabilidades y estadísticas me presenté luego de estudiar
cada tema en, -lo que yo pensaba hasta ese momento-, profundidad.
Como aún sucede en
nuestras facultades, éramos varios estudiantes distribuidos de a dos por
pizarrón que ocupaban cada una de las paredes del aula.
La profesora comenzó
dándome un ejercicio, el cual completé correctamente, luego me dio otro tema y
otro y otro, sin permitirme que borrara el pizarrón. Después de 2 horas, más o
menos, observo mi porción del pizarrón y descubro que había pasado por todos los
temas del programa, pero eso no fue lo sorprendente, sino que todos los ejercicios
seguían una lógica y resolvían un problema de la vida real. La profesora me había guiado durante el
examen a comprender lo que durante las clases, ni con el estudio individual había
logrado. En todo el año, no había asistido a una clase así. Comprendí toda la
materia a través del proceso de síntesis que durante las clases no se habían
producido o no le habíamos prestado atención.
¿La mejor clase que
recibí? Durante un examen oral/escrito donde la profesora se tomó el tiempo para
“enseñarme” a integrar conocimientos saliéndose de los mandatos clásicos que obligan
(al menos en ingeniería, aún es así), a sufrir durante los exámenes finales. La
atención personalizada de la profesora también favoreció el aprendizaje
significativamente.
Qué grata experiencia Marina. Una enseñanza personalizada. Saludos.
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